A medida que se construía la Plaza Nueva se hizo necesario reordenar el terreno de gran pendiente que existía entre la ciudad antigua y la nueva plaza, llamado el “Ala”, para lo que Olaguíbel propuso la construcción de unas casas en las que, sobre un cuerpo basamental, se desarrollasen unos soportales abiertos a la calle y una planta superior de viviendas, con la idea de crear una calle cubierta que conectase la ciudad histórica con la nueva.

El diseño presentado para esta fachada (1794) propone dos soluciones, una adintelada con columnas dóricas sobre las que corre un entablamento horizontal, o bien arcos de medio punto recuadrados por pilastras. Este edificio, conocido como «Los Arquillos”, se construyó algunos años más tarde, resolviéndose así un difícil tema urbanístico de la ciudad.
La nueva obra, que tardó diez años en construirse, fue la solución del ensanche de la ciudad junto a la Plaza Nueva, concebida también por Olaguibel. Así, las calles medievales fueron accesibles desde el ensanche neoclásico.