Hace tiempo que no pongo fotos de mis «andanzas» como cooperante en Bolivia con la ONG DOA. Creo que es el momento de poner una de las historias más tiernas que me han sucedido en este país, aunque no deja de tener su dureza.
Me encontraba en el 2016 en San Joaquín de la Aguas Limpias en la provincia del Beni y resulta que nos llego a nosotros una niña que había sufrido un accidente de tráfico y se había roto el brazo. Allí debido a la humedad no se pone escayola como aquí, ya que no seca, con lo cual se pone una «escayola» de fibra de vidrio. El pequeño problema era que para quitarla tenía que ir al hospital de la capital que se encuentra a unas cinco horas de «carretera», más otro tanto de vuelta, a parte del coste económico para la familia.
Fue entonces cuando en el grupo decidimos quitársela nosotros. ¿Quien era el indicado para ello? el carnicero Fernando.
Ni corto, ni perezoso cogí una sierra de cortar tubos, unas tijeras de electricista y me puse manos a la obra. La verdad es que yo los tenia de corbata, imaginaros delante de la niña que me miraba con cierto miedo. Yo diciéndole palabras tranquilizadoras como: si sale sangre me avisas. Y la sonrisa de la niña cuando veía como le estaba tomando el pelo.
Me costaría como media hora la «operación», pero al final todo salió perfecto.